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ateo poeta

 

Si se lograse medir,

el peso atómico del amor se demostraría

equivalente al del dolor.

 

Aunque por usos y costumbres aparentan

el trasvase mutuo de sus masas,

sería más preciso afirmar que comparten

surcos y estrías como los hemisferios

de una nuez imaginaria dentro

de una misma cáscara real.

 

Más aún, se podría estimar con una elevada

probabilidad estadística que ni se repelen

ni se neutralizan sino que moran

entrelazados como siameses involuntarios

o, por utilizar otro didáctico símil,

que danzan armoniosos como patinadores

sobre el hielo, siempre afanados

en evitar el accidente.

 

Injustamente se le atribuye al amor

la culpabilidad del dolor y a éste

la insaciable persecución del otro,

pero ninguno debería comparecer a solas

ante un tribunal sin resentimiento.

 

Fotografía: Sturges

 

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