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ateo poeta

 

Cambian las modas,

el corte de las faldas,

las transparencias

de las blusas,

la longitud y los ribetes

del peinado,

las holguras y los abalorios.

 

Permanecen las espaldas

secretas

y los pechos gloriosos,

la torácica vibración

y el ardor de los labios,

la juventud sin edad,

las palabras húmedas

y exactas,

el amor a los pies.

 

Aunque nos desconcierten

sus caprichosas

elecciones,

las esencias no suelen

andar desnudas

en la intemperie.

 

 

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