Cambian las modas,
el corte de las faldas,
las transparencias
de las blusas,
la longitud y los ribetes
del peinado,
las holguras y los abalorios.
Permanecen las espaldas
secretas
y los pechos gloriosos,
la torácica vibración
y el ardor de los labios,
la juventud sin edad,
las palabras húmedas
y exactas,
el amor a los pies.
Aunque nos desconcierten
sus caprichosas
elecciones,
las esencias no suelen
andar desnudas
en la intemperie.
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