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ateo poeta

León y Olvido

León y Olvido

 

Marta Larralde es la co-protagonista, junto a Guillem Jiménez, de León y Olvido, dirigida por Xavier Bermúdez y que vio la luz, después de largos empeños, en 2005. Es una película ambientada en La Coruña, pero sin pompa, austera, cruda y conmovedora. Apenas se escucha alguna melodía a lo largo de la proyección. León tiene síndrome de Down y convive con su hermana, Olvido, la cual trabaja en un taller textil desde que ambos se quedaron huérfanos. Lejos de una parábola psiquiátrica o pedagógica acerca de la condición de vivir con síndrome de Down, el relato va enmadejándose a partir de las intensas ambivalencias que suponen su mutua convivencia y dependencia, y sus respectivas aspiraciones. Nada es fácil y todo está a punto de quebrarse. La inestabilidad laboral, los abusos de autoridad y la libido de todos los personajes, son finamente implantados como marcapasos de corazones frágiles y fuertes a la vez. Ni complacencia, ni conmiseración: León y Olvido luchan por no caer por el acantilado de las adversidades. Pocas veces se ven regalos de flores, silencios y declaraciones de amor con tanta sinceridad. A Marta Larralde la recordaba por otra gratificante película, tres años atrás, rodada en Vigo: Lena (dirigida por Gonzalo Tapia, 2001). Allí también era huérfana de madre y también estaba empleada en una fábrica portuaria, y también le tocaba cargar con las miserias de su padre alcohólico. Allí también intentaba abrir pequeñas vetas para su libertad aunque todo a su alrededor se pusiera en contra. A través de sus ojos y de esas ciudades cercanas, puedo reconstruir mis paisajes humanos, afilar mis dientes, llenar de aire los flotadores. No aptas, pues, para almas pusilánimes.

 

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