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ateo poeta

Kha-Chee-Pae

Kha-Chee-Pae

 

Kha-Chee-Pae” (Miroslav Janek, 2005) es, sobre todo, una obra poética, un difícil juego de funambulistas entre los sentimientos de ausencia de los niños de un orfanato checo. Entre los niños hay ternura y agresiones, fantasías desbocadas, juego e incertidumbre. Lo mejor del relato es que los mimbres se van tejiendo con sorpresas continuas para el espectador. Unas veces son los propios niños los que filman e inventan sus propios cuentos. Otras veces parece que los cineastas les regalaron historias de animación a los niños. Las entrevistas directas a los niños son breves, nada condescendientes por parte de los entrevistadores, y no se acumulan académicamente. Lo primero era jugar y grabar jugando. Los adultos casi no se dejan ver, pero sabemos que están por ahí, detrás de las cámaras, por sus sombras, acciones y referencias. Los niños, finalmente, no aparecen como dulces angelitos o tristes víctimas de situaciones familiares trágicas. Son muy distintos entre ellos, más o menos activos, conscientes de sus vínculos con otros niños y con sus propias ficciones. No se trata sólo de una descripción de un recinto institucional de reclusión, sino de ir destapando velos y conflictos gracias a una actitud de entrega al juego por parte del director (y suponemos que también del resto de su equipo) del documental. Toda una lección de arte participativo. Y en medio de la penumbra anoté dos frases que me recorrieron la columna vertebral como un escalofrío: ¿Habéis visto toda la belleza que hay alrededor? Llenad las horas de felicidad como un jardín de flores.

 

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