The Mother's House
Entre las películas que se han presentado acerca de la dureza de las condiciones de vida en países africanos, “The Mother’s House” (Francois Verster, 2005) fue la que, sin duda, mejor calidad narrativa y fílmica demostró. Parecía una auténtica obra de ficción. Las protagonistas parecían ajenas a la presencia de las cámaras la mayor parte del tiempo. Se peleaban, lloraban, se intoxicaban como si de un “reality show” se tratase. A través de los dilemas y sufrimientos de Miché desde que cumple once años hasta que llega casi a los dieciséis, se nos muestran las dificultades de su madre seropositiva que tiene un nuevo bebé y que vive conflictivamente con su hermana, su sobrina y la matriarca de todas (madre de unas, abuela de otras). Ésta última, una operaria de cadena de montaje que no ha conocido más horizonte en su infancia que luchar contra el Apartheid y mantener una estricta disciplina en el seno de su familia. Pero la madre de Miché, abandonada por su marido y aún enclaustrada en la casa materna junto a sus propios hijos, descarga toda su ira sobre la pobre adolescente. Miché sólo piensa en abandonar cuanto antes esa familia opresiva y el propio gueto en el que viven, pero tras una breve estancia en Johannesburgo con una tía igual de autoritaria, regresa a casa y acabará cediendo a las tentaciones del cristal, la cocaína y la heroína que constituyen la primera afición de sus amigos más próximos. Aparte de una tímida tentativa final de Miché por acudir a un centro de desintoxicación, apenas hay aquí acciones que cambien radicalmente las circunstancias de vida. De nuevo parece que las personas se dejan arrastrar por la condición social que les ha tocado en suerte o, más precisamente, en desgracia. Ni siquiera en la democracia post-apartheid hay escapatoria. Y sospechamos que Miché no será nunca esa doctora que le gustaría ser de mayor para hacer algo que cure a su madre y con ello conseguir, por fin, que ésta la quiera.
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