Argumento
El hombre huye de la asfixia.
El hombre, cuyo apetito, que desborda la imaginación, se calafatea sin terminar de aprovisionarse, se liberará por las manos, ríos en súbita crecida.
El hombre que se despunta en la premonición, que tala su silencio interior y lo reparte en teatros, este segundo es el hacedor de pan.
Para unos, la prisión y la muerte. Para los otros, la trashumancia del Verbo.
Desbordar la economía de la creación, acrecentar la sangre de los gestos, deber de toda luz.
Asimos la argolla a que están encadenados, uno al lado del otro, el ruiseñor diabólico, por una parte, y la llave angélica, por otra.
Sobre las crestas de nuestra amargura se adelanta la aurora de la conciencia y deposita su limo.
Sazón. Una dimensión atraviesa el fruto de la otra. Dimensiones adversarias. Desterrado de la yunta y de las bodas, bato el hierro de los cierres invisibles.
René Char, Furor y misterio
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