Sólo un loco dice: yo no estoy loco. Sólo
los mentirosos, los que se sienten seguros en sus verdades
improbables y en una vida corrediza como los seísmos.
Sólo una legión de dóciles afirmaría: todo se puede traducir,
transitar, transcender. Sólo los que callan y aplican
bálsamos a los susurros y a las palabras por pronunciarse.
Escuálidas, como el comercio
y la comunicación.
Sólo quienes tienen amputados los dedos de la melodía silbada
sobre una copa de agua. Sólo quienes ahuyentan la quietud
y nunca se han preguntado: ¿qué queda de lo común?
Esa ceremonia por deslindar las barricadas
de la artillería.
Sólo los solos en sus enjambres viven y mueren, malviven
mientras se malmueren, ahítos de certezas y de un mundo
siempre acabado, repleto, listo
para ser olvidado.
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