Zahoríes
Con los tributos de tantas manos y vidas anheladas
se construyeron estos paisajes donde nos inspiramos,
a bocanadas.
Arbóreas estancias donde bullen mensajes, aves
y almas en incienso para dejar constancia del
tesoro de nuestros pechos:
radiantes, bruñidos, sudorosos.
Arena de las reglamentaciones
que se deshacen entre la simbiosis y
el aire propicio que me regalas. Albaceas,
simiente, útero del sentido.
¿Vinimos a este archipiélago de pináculos
para comprender la belleza
contra el tiempo?
La belleza que se enajena del curso del tiempo:
vacío, transparencia,
premonición.
Dicha u orgasmo, tantas veces. Evasión del
trabajo y del tiempo muerto,
sólo, tantas otras.
Lento aprendizaje de los átomos de luz
que traban el amor,
los vínculos elegidos, las premisas.
Voy a ti por la ciudad de la infancia.
En el humus remanente, fértil,
afloran y se solean nuestros equilibrios,
una línea de horizonte pleno,
madera a flote de la racionalidad.
¡Bogar, bogar!
¡Cuán obvio es este deseo!
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