En los oasis de la inmanencia
Vivir ahora, contigo, como en lo absoluto,
en la costumbre del beso y de la caricia dulcísima
despejando los claroscuros.
Imprimiendo una inercia mentolada,
en el pasar de orquídeas y brisas
templadas, al escalofrío de
tu sonrisa a tiempo, en hora cierta.
Ni la languidez del abrazo carnal, ni la
promiscuidad de mariposas enlazando
nuestra voz, pueden mitigar o desvanecer
estas huellas. Hondas huellas, nativas
y cristalinas. Vida arracimada al vino
de tus ojos, vida vernácula y
lúcida, retorno del despertar.
Nada distinto
podría añorar.
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