Si una vez más te escindes, se quiebra el
sentido, se esfuma nublado,
mata a ese yo bastardo, excrecente. No te
daré nunca sólo un esqueje.
Hay, todavía, demasiado júbilo en latencia,
un cargamento de frutos maduros,
voces virtuosas que
inhalar.
Es irremediable. No te puedes esconder de ti
ni de tu descendencia.
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