A toda etapa de expansión
le sucede otra de contracción.
En ambas el suelo se resquebraja,
avanzan las raíces del tiempo,
aunque las alas
o la niebla
doblan mi cuello
en la dirección de la luz.
A renglón seguido acontece
la desorientación deslumbrada.
Porque no sé si voy
hacia la onda de seno prominente
o si me succiona el letargo del útero
o si permanezco inmóvil
al filo de la grieta.
Entonces se hacen un ovillo
los sentimientos, las agujas del reloj,
las suturas de la memoria.
Entonces sé que estoy a punto
de desenmadejarlo
como se descifra al instante el aleteo
pueril de la mariposa efímera,
como efímera es
esa misma y bella certeza.
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