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ateo poeta

 

Primeros brotes de flores albas antes

de las fechas decretadas. Regueros de notas

afinadas que no persigo con mi quietud

pues los acepto. A los destellos cobrizos

sobre el lacio pelo no hay cortejo de ave

que le haga sombra. ¿Hasta qué encrucijadas

nos llevará el cordel? ¿Por qué desniveles y

rasantes de otra flora? La carne vigente no

se desgasta, resucita entre las urces y espinos

si se alegra por la brisa y la elevación del

astro rey, oráculo de luz, medicina suficiente

contra la agonía. ¡Albricias! Sí, ya se esponjó

toda la savia granada, enrojecieron nuestros

pómulos ufanos, cárdenos. Desde entonces

miramos sin rencor ni ira a los ojos salvajes

de todos los animales que circundan.

 

 

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