Vienen resonando en lo onírico. Carecen
de forma y de sistema, pero quieren
alcanzar la denominación de arte. Lejos,
en la emboscadura, la inminencia de
la maduración, las sendas, suscitan otros
desvelos. De los matojos al arbolado
lúcido cultivo minúsculas gotas de resina
y olvido cómo se escribía con el tizón.
Teatrales las cuitas de quien no se
descalza. Sólo la plata de las lágrimas,
el discurrir de lágrimas de nubes, para
quien se descalza sobre el humus frío.
Y canta: yo no soy idéntico a mis
penumbras, yo balizo el escarpado
ascenso. Dejad esa vibración genética,
atemporal, que siembre y esparza la
sencilla luz.
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