El tiempo todo lo cura, dicen.
Pero no dicen cómo
ni si es peor el remedio:
olvido a propósito o por defecto,
cauterización,
mañana, todos muertos.
¿Y quién cura al tiempo, quién cuida
del tiempo precioso
donde sucede la verdad?
***
Del tiempo que olvida
y arrasa
no quiero crédito.
Prefiero invertir
en la esencia,
en el alma,
en el oscuro pronóstico
y en el avieso
presente.
Ya no tengo prisa
por crecer,
mejor que no, ahora
que transcurra todo lento
pero infinitamente
intenso,
bello
y deslumbrante.
Y regalaré mis ojos
abiertos como platos,
mi júbilo barato,
prestaré, incluso, mis mejores
libros
a quien demuestre idéntica
avidez.
Todo sea
por el secreto pacto
que me prohíbe morir
en vida.
***
Resisto la obsolescencia.
Perduran las cicatrices, sí,
en el légamo
y en la memoria frágil.
Lo único cierto
es cada paso,
las ramas verdes resucitando
y de generosa penumbra.
Y su justa luz.
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Anónimo -