Al paso de las ballenas predicando
su profundo gozo, allí donde muere el astro
que libró su batalla sin conciencia
ni heridas, en la forma del vuelo en celo
de las atolondradas aves, a ras del tiempo
levadizo que despeja la superficie
de toda construcción accesoria
y me encuentra y no rehuyo y acepto
hasta la extenuación de mi albedrío.
0 comentarios