Usurpar la belleza
allí donde se encuentre.
Mendigarla, rebuscar
entre los escombros
si la necesidad apremia.
Preguntar a las prostitutas
después de atravesar el humo.
Robarles a los niños
sus travesuras, sus metáforas ingeniosas
y salir corriendo a esconderme.
Poner el mundo patas arriba
y ascender al árbol, a la copa del árbol,
al pájaro incansable y a la luz que emborracha.
Vagar y levantar las lajas
y trabar amistad con las hormigas.
Desconfiar de todos los discursos
que no te nombran.
Practicar con disciplina los ejercicios
matutinos de la abstención.
Auscultar sin disimulo todos los ojos
que sueñan mis sueños.
Poco importa que la belleza a menudo sea
un simple señuelo de sí misma.
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Leo -