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ateo poeta

 

Hieren estos verbos

acerados, las guirnaldas

que mutilan

lo oscuro, el alfil

que atraviesa las casillas

del silencio,

me hiere tu pensamiento

como una espiga

indomeñable, coto

de la incubación, arúspice

del número primo,

veo a tantas criaturas

en ti, sumas

alas y futuros,

blandes el rojo seno

que llama a mi boca,

incluso los días laborables,

no sé cómo nombrar

lo que prolifera

y nos une, mi multitud,

mi cuenca mineral,

el ángulo declinante

del amor necesario,

esa nómada

exactitud de nube,

nada puede zozobrar

más,

incurrimos en un atlas,

desaparezco

en tu beso salvaje

y frondoso, detonas

la urgencia, el hielo,

lo infértil,

hay una ciudad en la que

podemos habitar,

cuya moneda es el

resuello de los elefantes,

hay ausencias

que significan luz

e invocación, estrías

en el suelo que cuidan

el equilibrio azaroso,

texturas

perecederas, tu sabor

también, tu jardín

que esparce puntos

suspensivos,

amamantas eso leve

que me da

tu abismo.

 

Fotografía: Mariano Vargas

 

 

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