Ceder
al descanso,
incluso al que sucede
después del trayecto rasante.
Ceder el turno de palabra
para oír en otros el rumor ético
que emana de tu propia
voz. Para oír
el umbral de lo prohibido.
Ceder el paso
a quienes huyen en desbandada.
Tan cerca de alcanzar
el mojón que indica
la marcha atrás.
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