A Foucault, como a tantos otros
que adquieren notoriedad,
se le tergiversa
mucho.
Siendo benévolos podríamos argüir
que, al menos, es una fuente
nutritiva de provocaciones
y otros animales
del pensamiento.
De sus tres principios
-rechazo, curiosidad, innovación-
yo interpreto:
entablar estrategias,
navegar en la coyuntura,
dar una luz radical.
Que el mundo roto y sangrante
no fertilice en mí.
Desenredar la madeja,
sustraerme a las artimañas
de los opresores, excavar
bajo sus pies.
Que lo múltiple y mutual
germinen en mi crecer.
Retruécanos.
Estados líquido y gaseoso.
Tejer verdades
a ras de tierra.
Que los sueños y el deseo
inunden la materia
colectiva
a distribuir.
Finitud.
Reorganizar lo excesivo
de realidad y milagros.
Que prevalezca
lo habitable.
Fotografía: Eduard Barnieh
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