Lo que no ves es incluso mejor.
Tocas una superficie abrasiva
porque los besos rotundos
se agazapan.
En las sombras de la miscelánea
algo detendrá
nuestro cruce aleatorio.
Atesorarás una fortuna
de intangibles.
Sólo orquestando con tu mano izquierda.
La que se interna bajo los pliegues
con prestidigitación.
Además de tus pechos desnudos, tersos y felices
quiero las mismas fresas que masticas.
¿Aún sigues creyendo que tenemos al alcance
lo delicioso y lo suculento,
que es menos absurdo
nuestro baile de trompos?
Para ti
todo el ajonjolí.
Ilustración: Alberto Mielgo
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