Por encima de los algoritmos sagrados, de los nombres
falsos inscritos en las pirámides enterradas, por encima
de los tabúes que carcomen la simbiosis acéfala de la
cultura y la sumisión, a vuelapluma, ciñéndome al pecho
y al jardín de esencias delebles, replicando los ilógicos
acertijos que mencionan los grandes ideales, los honrados
discursos ambulantes, la lágrima del narcisismo, la quimera
del destino y del sacrificio, de la profecía y de la unidad no
menos que de la cópula,
por encima si acatara esa misma
dimensión o al margen del margen del margen si en otra
página de la historia discontinua y falible de nuestras
guerras de manos,
más allá del caracol, como zancada de
galgo, con la hospitalidad preventiva sin naufragar en
el bucle de quien ama el amor en lugar de girar en el aire
cuando sus embestidas, solo esos ojos inventarán
astros como ojos y peldaños reversibles que tan pronto
te conducen a lo sublime como a trastear en las mieles
de lo prohibido,
por encima o por detrás de los cuerpos
acariciados por la música con su voluntad ensortijada
y el néctar de la especie transpirando su fosforescencia,
obsequiando las gracias imprevisibles, merodeando por
la conciencia insomne de quien ha visto las flores muertas,
pasto de otras flores, lecho para las niñas alga y los
niños girasol, solo vamos hacia esas criaturas leves
sin adjetivación, huelgan las transacciones aunque haya
sedimentos, en el afán del juego la única ley es caer y
caer hasta aprender a caer mejor,
por encima o sin ánimo
de odiosas comparaciones discutamos qué es lo mejor
aquí y en estas circunstancias, cómo la ola engulle,
qué orfebrería tallará lo necesario y lo innecesario,
por qué la melodía del silencio embriaga, dónde se
asentará la vana esperanza y su perfil de juncos en los
humedales de agosto, si somos mejores que la tibia
mascota y el abrazo de la mecánica servidumbre,
cómo nos haremos cómplices de la luz.
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