Prefieres que maduren,
que se destile su dulzor.
Atesoras esos secretos, gérmenes:
en la cavidad,
en la sonrisa a resguardo,
en tu voz reluciente.
Ponerlos a prueba, calibrar
su desempeño.
Así procede con su camada de ojos
sin abrir,
la parturienta,
así, no menos, con la colección
de ejemplares delicados.
De una felicidad sin urgencia,
de un cultivo sigiloso, se trata.
Fotografía: Henir Cartier-Bresson
0 comentarios