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ateo poeta

 

Ya no espero un milagro


ni que aparezcas de pronto

 

y te quedes para siempre.

 

 

Hay demasiadas obligaciones en este mundo.

 

Demasiadas líneas rectas que pasan de largo

 

por ciudades acogedoras.

 

 

Por eso me abstengo de mis promesas

 

y acrobacias mortales

 

y las pongo a raya cada vez

 

que salen de casa

 

al encuentro de tu arboleda.

 

 

Lo que ya no puedo evitar

 

por mucho que me lo proponga,

 

es la suave textura del presente,

 

esa alegría enjaezada y a galope

 

que desprendes.

 

 

Como si en la mera contemplación

 

de tu cuerpo y de tu luz residiese

 

todo atisbo del prodigio.

 

 

 

Fotografía: Nan Goldin

 

 

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