Hay un reloj del fin del mundo. Que anuncia la medianoche. El mundo del fin. La terminal. Cuando una espesa niebla y una lenta tortura y solo las indiferentes y las bacterias y los planetas remotos y las elipses constantes que sueñan los cálculos del geómetra.
Mi manzana roja del mediodía delante de mí. Sus imperfecciones. Irregularidades. En equilibrio. No manifiesta el más mínimo temor a mis dientes. Ni el más
mínimo. ¿Cómo se mide lo vulnerable? Si a tiempo. Si verosímil. Razón de estado. Si hay truco y marca. Inminencia,
anticipo, cobro en especie.
Ilustración: Elsworth Kelly
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