Solicito que el silencio
me rodee
con sus rumores
sin transcendencia
y ese ápice
de murmullo lejano
garantizando
que no ha caído
ninguna bomba
nuclear.
Solicito que el silencio
no se aposente
ni se apoltrone,
ni me exija servidumbre,
ni le ponga coto
a lo borroso
y parpadeante
que vislumbra
el pensamiento.
En tales circunstancias
expongo, para que conste
donde haga falta,
que todo sucede como
coser y cantar.
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