Tu espléndido rostro,
sonriente,
con plena indiferencia
a que el reloj marque
las siete y media
de la mañana:
mejor que el escaparate
de una confitería.
Tu espléndido rostro,
sonriente,
con plena indiferencia
a que el reloj marque
las siete y media
de la mañana:
mejor que el escaparate
de una confitería.
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