Los besos también
pueden ser de martes,
invencibles y salados,
albaceas,
solo lo que ellos digan
cuando descansen las palabras,
un sí en contorsión,
la elipsis por mudanza
o cese de negocio,
reptiles
eternos
-hasta la próxima
estación-,
cuencas mineras,
un tercer ojo y acceso
o sala de estar,
metáfora de muchos caramelos
de eucalipto,
atlas de blanda textura,
narración
de un porvenir convulso,
umbral
acaso franqueable,
que me lleve la muerte
si no,
como raíz
que absorbe la forma líquida
del sentido a través del ser,
que murmulla
y desconfía hasta que no,
híbridos
y nada ascéticos,
lechosos,
contingentes,
ucrónicos de solemnidad,
o labios que aspiran a
la verdadera magnitud
de su don.
Fotografía: Angela Lindvall y Mikael Jansson
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