Cuando es demasiado fácil
y lo tienes al alcance de la mano,
no tiene ningún aliciente.
A nadie le amarga un dulce
pero es la obsesión por aquel
que vemos detrás del escaparate,
la que nos quita el sueño.
Cuando es demasiado fácil
y lo tienes al alcance de la mano,
no tiene ningún aliciente.
A nadie le amarga un dulce
pero es la obsesión por aquel
que vemos detrás del escaparate,
la que nos quita el sueño.
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