Ahora que empezamos una nueva etapa,
conviene prepararse
para lo que pueda suceder, dando por hecho
que partimos con la ventaja
de anteriores entrenamientos.
Habrá que aceptar la presencia
de un vecindario abundante y conocer
la proporción estimada de quien sonríe
sin grandes sacrificios.
Aún no me imagino qué reacción
nos suscitará la compañía
de los tiburones rondando y el acecho
de las serpientes tropicales.
La humedad relativa del aire, tal vez,
impulse la libido hasta límites
insospechados.
Por muy lejos que nos hallemos, es
obvio, persistirán los mismos desafíos
que conocemos de primera mano:
domar las tormentas eventuales, mantener
incólumes los minerales preciosos y lograr
que ninguna rutina despierte las alarmas.
Estos cambios de perspectiva no van
a detener el paso del tiempo de igual manera
que la lozana juventud continuará
ejerciendo su resistencia.
La belleza, a buen seguro, aprovechará
la oportunidad para manifestarse
en las apariencias más inverosímiles:
tan sólo dependeremos de nuestros apetitos
para seguir descorriendo velos.
Como siempre, el futuro contigo se presenta
apasionante a juzgar por el excedente
de cosechas anteriores.
Nada indica la necesidad, pues,
de consignar desmedidas proyecciones.
Ilustración: Armelle Caron
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