Tengo un sueño.
Bebo vino.
Siempre hay música en mi cabeza.
Juego con unas niñas
y nos reímos mucho.
La brisa del crepúsculo
me refresca.
Deseo.
De una manera ambigua, indefinida,
pero sé que deseo.
Veo un jardín de flores
lilas y azuladas, parecen olas.
El carmín en los labios me atrae
por más que lo niegue.
Pienso en un mar en calma,
en tiempo para escribir.
Un tiempo precioso.
Ya no me duele nada y me alegro.
Tal vez es la ebriedad.
O el placebo de las palabras
clandestinas.
Deposito unas monedas
en la hucha de los secretos.
Me fijo en la ranura
tan simbólica.
Pero el contenido es muy
transparente, sin hablar apenas.
Ella me observa,
de todos modos.
El viaje onírico remite.
Me incorporo mas el rumor
de lo imaginado sigue conmigo,
no quiere perecer.
La vida continúa
con sus objetos sin voluntad
y con todos los demás seres
aleatorios.
Fotografía: Jean Loup Sieff
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