Peces de colores,
de muchos colores,
atrapados en sus peceras
con sus aguas finitas y
transparentes.
No entienden por qué
son fruto de admiración,
por qué inspiran sentimientos
de elevada generosidad
o de una paz oceánica,
y qué pueden significar
tales exclamaciones.
Tan solo están ahí rodeados
de unas algas simbólicas,
de los ojos atónitos y pasajeros
y de un mundo incomprensible,
refractario, lleno de colores,
de muchos colores,
y de otro tipo de peces
de distinto grosor
morando en peceras
de un tamaño tal vez
algo diferente.
Ilustración: Henri Matisse
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