La profesora de yoga.
La vecina recatada
que sube en el ascensor.
La nadadora.
La orgullosa
de sus poderes literarios.
Las que bailan
y conservan la sonrisa
después.
La confiada
y que no espera.
La de piernas
trascendentales.
La que te ofrece el cambio
con sus dos manos
a la vez.
Las que te acompañan
involuntarias
hasta la siguiente estación.
La pizpireta.
La directora de cine.
La que se relame
de gusto.
La aventurera con causa.
La polivalente.
La madre universal
y la que engendra
soberanía.
La que atravesó
el desierto y amanece.
La que ama (también)
a los gatos.
Con tantas mujeres
deseables,
¿por qué habríamos
de confiar
nuestro amor
a una sola?
Fotografía: Nobuyoshi Araki
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