Apenas sin esfuerzo,
llego al despacho y observo
cómo se ensanchan las grietas,
más y más, del tiempo
de trabajo.
Lo tengo fácil, ofrezco mi rostro
a esa brisa templada que viene
de todos los rincones del mundo
y señala para quién
deben ser útiles
mis palabras.
A veces hilvanar,
a veces acupuntura.
Siempre someter a juicio
la escisión.
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