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ateo poeta

 

Si el placer

era, en sus albores,

un simple mecanismo

biológico

para ponernos a trabajar

por la reproducción

de la especie,

 

el arte de la sexualidad

no es más que un conjunto

amorfo

de malentendidos

y vacilaciones cuyo fin

es la tortuosa administración

del placer.

 

 

Fotografía: Nobuyoshi Araki

 

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