Un fuego medular que subyace.
Las partículas elementales revelan
lo inmóvil y perceptible
de cada donación.
La cosecha de tus manos de espigas.
Venid navegando, lirios rebosantes
de perfume,
deudores de la claridad.
Ni siquiera la caída de la hoja instiga
la rebelión del pan ácimo.
De tu despertar, la sustracción de la nada.
Sabes a tierra negra y mullida
donde van a reposar las especies
exhaustas de los océanos antiguos.
Es aconsejable instruirnos en lo leve.
Todo nos será confiscado algún día
para que no cesen las palpitaciones
en pos del interés natural.
Prescindir de máscaras y de agentes intermediarios.
Acércate al umbral del invierno,
incluso ahí, en su calor, comprenderemos
la deriva.
Fotografía: Yamamoto Masao
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