El silencio
es como una ventana
que comunica
dos espacios.
Una ventana rota
o empañada,
firme en sus cerrojos
o abierta
de par en par.
El silencio
permite ver
lo que se sitúa
a ambos lados
del tiempo,
siempre que no
se interpongan
las hojas de la noche.
Filtra la luz
y aminora
las estridencias
de origen desconocido.
Una ventana
es solo un traje a medida
de la ventilación
necesaria.
Por eso cuando callas
o te flanquean
mis palabras,
sé que estás presente
y nada cesa
de circular.
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