Las violetas perduran. Mes a mes, sin agua,
sus tallos recios y secos, ajados, firmes.
No muere su color.
Esa presencia obscena, cada día,
me interroga:
¿Quién eres tú? ¿Cómo
envejecer?
¿Qué rastros de belleza quedarán?
Fotografía: Nobuyoshi Araki
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