En las solapas
y contraportadas
de los libros
constan falaces
biografías.
Del poeta subrayan
el lugar de nacimiento
y el de residencia
si la muerte
aún
no le ha sorprendido.
Del científico
sus diplomas
y las universidades
por las que
ha transitado
como un ser inmortal.
A esa tarjeta de visita
o breve sumario
curricular
a veces se le añade
una instantánea
del rostro
congelando el tiempo.
Los autores,
distantes y modestos,
no dudan
en reconocer
que esa obra
ya no les pertenece.
Fotografía: Hiroshi Hamaya
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