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ateo poeta

 

Joder,

a veces me pregunto

si me merezco tanta

felicidad.

 

Ya sé que no es

para echar cohetes,

ni siquiera valdría

el sustantivo

al cien por cien.

 

Además, siempre

está mi lado oscuro:

que si quítame esa paja,

que si vuelve

a asomar el agorero

insaciable.

 

Joder, pero es que a veces

la palabra

se hace cuerpo:

 

se deposita en tus labios

 

sin apenas

un momento de sosiego

para reflexionar

 

sobre los golpes pasados,

sobre el precipicio

ahí adelante

y no sé cuántas

contradicciones

que no admiten

una simple y profana

nominación.

 

De todos modos,

no hay designio

ni justicia que valga

para explicar

estos látigos de luz y

los besos dolorosos que

a veces te tocan

y, más habitualmente,

hacen mutis

por el foro.

 

 

Fotografía: Olaf Martens

 

 

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