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ateo poeta

 

Con exquisita

puntualidad,

como es su costumbre,

se atienen a la ley

de lo efímero

 

la belleza

y el amor,

los placeres mundanos

y los labios más

deliciosos.

 

Algunos recalcitrantes

ocupan sus días

en conjurar

esa maldición.

 

 

Fotografía: Richard Kern

 

 

 

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