Te veo madurar
y sonreír
sin perder un ápice
de picardía.
Esos ejercicios de ayuno
y meditación
han debido surtir
buenos efectos.
Yo, en cambio, sigo
saboreando
todo lo que se insinúa
en mi boca.
También puedo pasar
las horas eternas
contemplándote
con lascivia.
Fotografía: Richard Kern
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