Viven bajo los puentes
donde llueve menos
o sólo en diagonal.
Duermen sobre bancos duros
o colchones que todavía huelen
a amor y a trabajo.
Con cuatro tablas o cartones
arman una habitación
con vistas.
Por la mañana recogen
sus pertenencias
y colocan las bolsas
en los armarios del parque
que todos los pájaros
respetan.
Sus dentaduras melladas
sonríen con sarcasmo.
Nunca tienen prisa,
siempre hay donde
rebuscar algo
de provecho.
Les fotografían
y registran
si es que hay suerte
y no les barren
sin la menor
delicadeza.
Cuando llegan
esos jóvenes voluntariosos
a repartir una cena
aguardan con estoica
impostura.
Después se gastan todos
los ahorros
en unas cervezas
porque algo deben
celebrar.
Fotografía: Guillermo Asián
0 comentarios