Relees los poemas
escritos hace dos años,
en plena luna de miel,
y te parecen
un bodrio
infumable.
La enajenación transitoria
es, desde luego,
un hecho contrastado.
Fotografía: Alan Laboile
Relees los poemas
escritos hace dos años,
en plena luna de miel,
y te parecen
un bodrio
infumable.
La enajenación transitoria
es, desde luego,
un hecho contrastado.
Fotografía: Alan Laboile
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