Es muy fácil perder el aliento.
Sumirse en el pliegue, desfallecer.
Abatidos por una atmósfera sólida.
Cesión de la voluntad. Resignarse
a la marea de silencio que nos abraza.
Y un antídoto: adherirme a la figura móvil
de las bandadas de pájaros.
Fotografía: Miguel A. Martínez
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