La boca abierta
para comerse
el mundo y todos
sus manjares,
dulces y salados,
crudos o sometidos
al fuego
purificador.
La boca abierta
expidiendo
las palabras ardientes
y los juegos de palabras
que inventan otro
mundo para suplir
lo que falla
en el presente.
La boca abierta
para morder
y besar
los cuerpos con alas,
los cuerpos inasibles
por muy fuerte
que los abracemos.
Me temo que poco
pueden incitar
al respecto
las terapias
de pareja.
Fotografía: Dennis Zhou
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