Hay quien se entristece
cuando se rompen las alas
de una mariposa
por muerte natural.
O cuando se certifica
la extinción de las abejas
porque nuestra especie
va dando palos
de ciego.
¿Es que, acaso, un poema
puede poner freno a la mano
del asesino?
¿Qué debería señalar un verso
para que el niño comiera
tres veces al día?
¿Serán capaces
mis palabras indignadas
de encender la mecha que calcine
los documentos
de dudosa legalidad
y estridente injusticia?
No contemples aquí
un espejo de gratificación.
Son intolerables
las artes decorativas
si no revelan
una potencia.
De pocas rosas
te puedo hablar
sin haber conocido
el dolor
en carne y hueso.
Fotografía: Panagiotis Bourlessas
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