¿Y no es mucho más
sensato esperar
a que las cosas
caigan por su propio
peso?
No digo que vayan
a aterrizar
con suave elegancia,
que casi nunca
es el caso.
Pero tampoco
hay por qué
acelerar la inercia
de la caída
y regocijarse
con lo lejos
que rebotan
los añicos.
0 comentarios