Tu amor abre una cuña en el frío
y me abrigas. Bebemos algo caliente
para reordenar las ideas. Lo nuevo
parece irreal. Lo mejor de la estación
son esos bancos de madera noble
junto a las repisas de mármol.
Has rejuvenecido, no sé como lo
consigues, desde la última vez.
Te sienta bien la maternidad.
Los árboles están pelados, esa es
su coraza en diciembre. Hay
escarcha en el suelo cuando nos
levantamos. Sé que no viajo a
ninguna parte. Los tranvías
se han quedado sin electricidad
y apenas se protesta. Cómo serán
los pies desnudos. Las manos
desnudas sin guantes en qué
idioma. En la extenuación del
beso recuperas el significado
y deseo que estuvieras aquí.
Amanece y varias alarmas
hacen su trabajo sucio. No hay
nieve que vaya a obstruir
la inercia. Esperar, desplazarse,
intercambiar, solicitar efectivo
en el cajero automático. Cuánto
de noche en el café que remueves.
Toda esta luz multiplicándose
y hasta dónde alcanza. El cielo
gris de esta ciudad no te hace
justicia.
Fotografía: Miguel A. Martínez
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