Ajusto
mi hora
a la tuya,
silbo,
más
presencia
que un lugar,
el tiempo
sin cuenta,
mirarnos
en el reflejo
del reflejo.
A la cumbre
en avanzadilla
llegas.
Escalones,
rompiente
de un mar
lúcido,
se acaracola
tu cabello,
bate,
eres el
vértice,
un cielo
encapotado,
dialogar
con el
extremo,
lentitud,
labios
que piden
agua
y labios.
Fotografía: Edward Weston
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